sábado, 20 de octubre de 2012

El vértigo de la mente



Inspirado en la saga de Stephen King, "La Torre Oscura".

Como una cascada de irradiante agua cristalina, la luz bañaba la sala de un ocre apagado sobre un fondo índigo, como un paisaje portuario en una puesta de sol. La puerta negra como el carbón, estaba completamente cerrada, nada se oía, nada oían. Una vela rugosa, ligeramente consumida, una pluma de un negro vívido, un pergamino ondulado, e inquietantes sombras, lánguidas pero extensas, teñían la mesa que, impasible, reposaba en el centro de la sala. La llama incandescente se mantenía firmemente erguida sobre la vela como una estirada gota en su último intento por permanecer en labios sedientos, nada en aquel ambiente sosegado era capaz de perpetrar su esbelta forma. Un suave y ascendente hilo grisáceo surgía de la punta de aquella gota ardiente que se desvanecía en una borrosa sombra más allá.

Abajo, sentado, encogido y en una esquina, un niño de rostro perdido. Una cinta rojiza y deshilachada le alza su abundante melena gris, que otrora fue de un precioso tono pardo, por encima de sus ojos pálidos. Cabizbajo observa de reojo el ocre que emerge de la vela. Sus ojos se humedecen lentamente, él sigue observando como el humo se eleva sin descanso para desvanecerse sin más. Pesadas gotas brotan de sus ojos melancólicos y caen sobre su regazo, dejando un reflejo fugaz de un anaranjado tono esperanzador. Sus manos, temblorosas, aprietan con fuerza sus delgadas piernas contra su desnudo pecho. Un ligero calambre recorre todo su cuerpo erizándole el bello. Diversas gotas transparentes dan la bienvenida por los enjutos orificios de su nariz, sin intento alguno por retenerlas, caen libremente sobre sus rojizas y menudas rodillas. Descalzo sobre un amarillento suelo helado reposa sus huesudos pies, delgados y de un tono morado.

-No llores, se fuerte Jak, el vigor no es pan y vino, el coraje no es físico, el espíritu no es inmune al dolor, todo fluye en una misma dirección. Es el nexo que se alza ante ti como una pérfida torre, el hogar de tus sensaciones, tus debilidades, tus problemas, y sobretodo de tus deseos. Debes controlarlo, encontrar la tan anhelada puerta que olvidaste de cerrar allá, en algún lugar de tu mente perdida. Nunca olvides que algo se puede perder, pero nada desaparece como el dichoso humo de la vela que se desvanece cautivando toda tu atención-.

La llama empieza a encoger, el aire se vuelve pesado y la ansiedad comienza a brotar de las paredes como enormes y peludas arañas verdes, con un resplandor intenso que ilumina sin luz la sala, cada vez más oscura. Del techo cuelga con astucia una inmensidad verdosa acechando lentamente al único presente allá abajo. Por el suelo, como un ejército de no muertos empiezan a surgir una infinidad de diminutas criaturas verdosas de aspecto putrefacto y gelatinoso. Todo se acerca a él con el mismo propósito, impedir que encuentre la maldita puerta, dejarlo vagando por un mundo de locura, ansiedad, odio y sufrimiento.

-No es real Jak, lo sabes, no es en absoluto real. Recuerdas aquella canción que dice -“I don’t want to see you like this”- la recuerdas ¿verdad?, escúchala, ¿la puedes oír?, si que puedes, lo sé, porque es tu cordura que pende de un delgado hilo y aún la sostienes -“I’m in two halves inside”- preciosa, como un deseo cumplido. ¿Qué deseas Jak?, ¿qué parte de ti deseas olvidar? -“I choose to leave it here”- ¿sencillo, verdad? -“Cause we all leave courage's side”- ¿qué has dejado de lado Jak?, no lo puedes recordar, no es tan sencillo, pero puedes olvidarlo, puedes escoger dejarlo allá, olvidado -“It makes you sad but you can't fill the gaps”- solo tienes que sentirla en ti, la canción te advierte, la canción te guía, la canción te desea como tu la deseas, porque es tu cordura, no lo olvides nunca, o el frágil y delicado hilo se romperá, para siempre.

I don't want to, don't want to
Don't want to see you like this
And I don't want to see you like this
I don't want to see you like this

Jak se levanta en un ademán casi involuntario y su rostro se torna oscuro y muerto. Las criaturas se desvanecen como aquella bocanada de humo allá arriba. La sala recupera su ocre inicial. La llama crece a una velocidad exorbitante, alcanza su altura y firmeza inicial y se detiene como si de un mecanismo electrónico se tratase. La pluma se desplaza sobre la mesa dejando tras de si un delgado rastro de tinta negruzca como si de repente hubiese entrado una brisa intrépida en la sala. Finalmente el pergamino se alza ante Jak como tendido del aire, sujeto por fuerzas sobrenaturales.

Erguido en medio de la sala, con una lisa y desquebrajada camisa cubriéndole parte de la espalda y la barriga, un pantalón deshilachado con enormes agujeros y una melena grisácea cayendo libremente sobre sus enjutos hombros, está Jak. Alza lentamente el brazo, como si fuese una maciza bola de acero, hasta alcanzar la pluma, que permanecía allá, sobre la mesa, como un cadáver que en su última esperanza se arrastró dejando un viscoso rastro rojizo tras él. Observa el pergamino con detenimiento, como si pudiera leer algo sobre aquel sucio y ocre trozo de papel vacío. Atiende con una mueca y se dispone a pintar algo. Una carta, otra carta y una torre. Bajo la primera carta dos palabras, bajo la segunda una frase y un dibujo y bajo la torre un reloj, un reloj de arena ya consumido.

La sala se ilumina súbitamente como un relámpago ilumina las calles de Barcelona en un día de lluvia. El pergamino se desvanece en una bocanada de polvo ocre que forma rápidamente un remolino dorado encima y en el centro de la mesa, que aún permanece impasible a su entorno. La vela se apaga como si un fugaz vendaval la hubiese arroyado con astucia. Un suave haz de humo negruzco asciende con una ligera curvatura sobre la punta de la vela, desvaneciéndose rápidamente ante los ojos vacíos de Jak. La danza dorada que se recrea en el centro de aquel lúgubre lugar cautiva toda la atención de Jak.

-Concentrate Jak, debes olvidar cada una de las dos cartas, sin vacilar pues el reloj de arena hace una eternidad que llegó a su fin. Tu cordura pende de un hilo, tus recuerdos se solapan como hojas de un ocre envejecido que caen sobre un frondoso campo verde, y se encuentran ocultos, allá, al final de la puerta, en la dichosa torre. No intentes recordar Jak, solo debes olvidar…-

Jak sube repentinamente en la mesa y se lanza contra la nube de polvo dorado. Un ardor recorre todo su cuerpo cuando entra en contacto con aquel espesor dorado que flota inexplicablemente. La sala empieza a ondularse y retorcerse sobre si misma ante sus ojos confusos. Le invade una sensación de vértigo cuando la sala empieza a extenderse en un largo y estrecho pasadizo sin fin. La sala se empequeñece progresivamente y Jak siente su enormidad ante aquella realidad un hecho.

Jake empieza a correr desesperadamente por aquel improvisado túnel mientras aquel lugar intenta engullirlo sin miramientos. -¿Qué me está pasando?, solamente quiero vivir, quiero sentir que sigo en pie, quiero leer un periódico mientras me tomo una taza de café a la luz del primer sol de la mañana, ¿qué fue lo que me trajo a este lugar?, ¿realmente lo merezco?, yo… yo lo hice, ¿verdad?, la primera fue mi culpa…-

Jak se detiene y cierra dolorosamente sus ojos, temblorosos, otra vez vivos, otra vez húmedos.

-¡Pero la segunda no!, ¿qué otra cosa podía hacer?, yo, yo solo intentaba pasar página, ya sabes, fumar y emborracharme hasta que distinguir un BMW de un Mercedes fuese jodidamente difícil.-

“El reloj de arena se consumió hace una eternidad”, se repite en la cabeza de Jak como una campanilla aguda y jodidamente dolorosa.

La sala se vuelca sobre él y tras un agudo dolor despierta en el suelo de un salón, con un brazo bajo la espalda, pegado al sofá y en el otro brazo una botella de Jack Danields.
Se levanta con ardua dificultad, la cabeza le da vueltas y pesa como una cadena perpetua. Tras resbalarse dos veces consigue mantener el equilibrio.

-Mierda, esto es una mierda, no ha servido de nada, ¡esa puta droga no me ha servido de nada! Sigo aquí, sigo sabiéndolo, yo los maté, yo los dejé caer por aquel acantilado, los dejé caer y vi como caían y oí como gritaban, como suplicaban una ayuda que nunca les llegó.-

Jak se echa a llorar como un niño que ha perdido su juguete, las lágrimas emergen de sus ojos con fuerza y sin descanso, caen sobre la moca del salón y se funden en ella dejando un rastro de dolor, de rabia y de odio.

-No puedo olvidarlo, joder, está ahí, incrustado en mi puto cerebro… Y siempre la misma mierda, cada mañana lo recuerdo tan vívido como el día que ocurrió y me duele, me duele hasta que vuelvo a la segunda carta, hasta que compro otra de Danields, hasta que la vacío con gula, con ansia y otra vez, otra vez a mi sala, a mi mente perdida, a mi vacío de terror, que ni soñando me deja tranquilo, que me castiga obligándome a olvidar aquello que solo puedo recordar.-

Porque el reloj de arena se consumió hace una eternidad, y eso es la verdad, y eso es inquebrantable.

Tras unos ojos consumidos por la melancolía, por la angustia y la impotencia, tras una húmeda capa de dolor, aquellos ojos, sus verdaderos ojos, vislumbran dos sombras rectangulares y una esbelta torre fundida a su lado. Lentamente adquieren nitidez y los distingue sin dificultad.

Una enorme guadaña empuñada por una sombra oscura y tétrica, debajo, escrito, El huérfano.

Un rostro con ojos de búho, blancos en su totalidad, boquiabierto como un silencioso grito de agonía plasmado en un rostro muerto. Bajo el retrato, escrito, Un nuevo compañero en tu vida, a su lado, una cara con una vil sonrisa.

Y la torre, allá erguida, tan bella como un sol lejano, como una brisa perdida que porta tu vida sin rumbo, que vaga por la eternidad como un vaivén, sin un maldito objetivo, sin un jodido fin. 


Gracias por deleitarnos con una historia jodidamente increíble King.

Empezando...




Es menester una breve explicación sobre este blog, este diminuto rincón de mi vida que me permite divagar con libertad por mi mente, me enseña a conocerme y a escucharme, me presenta una nueva visión de la vida impregnada en un fondo blanco, a priori, inexpresivo.

Sin más, la primera divagación es "Plasmología", ¿Una nueva ciencia?, No, no soy más que un transeúnte en una sociedad ambiciosa, donde la vertiginosa idea de grandeza, de fama y de aprobación es un hecho que pende de un hilo, un lugar muy relativo, como un vaivén, cuando lo tienes, lo sientes y lo degustas hasta que se escurre de tus anhelantes manos y lo pierdes de vista. Sin embargo, siempre vuelve  a ti, como un pérfido golpe o como una nueva gota de esperanza.

Plasmología se define a si mismo como algo fugaz y firme, plasmar es recrear, recrear sobre un lienzo es transcribir la realidad desde una perspectiva lenta e elegante. Como infinitos haces, un relato fluye hacia un mismo lugar, lo efímero es la esencia, el bloque principal solo es el camino a seguir por el lector, su guía para no perderse por la inmensidad de un buen relato, sin embargo, aquel que se pierde por intrépidos pasajes, y sabe rencontrarse, es aquel que lee la mente del plasmologo, es aquel que disfruta en su totalidad la realidad plasmada sobre ese olvidado trozo de papel.

Como de costumbre, me voy por los laureles, debo disculparme, los dedos impasibles se deslizan con delicadeza, pero sin descanso, por un teclado colmado de vivencias, veintisiete letras ya desgastadas abren las puertas a un mar de arte y pasión, sería un sacrilegio no aprovecharlo.

En mi primer POST escribiré algo relativamente extenso, un relato profundo y en cierto modo desolador, sin embargo, es una realidad llevada a un extremo prominente que en esencia, algunos habrán vivido en menor grado.